Alessandro le toma la cara entre las manos y la mira a los ojos. Y mil palabras recorren esa mirada. Silenciosas, alegres, románticas, enamoradas. Palabras ocultas, palabras que se persiguen, palabras que empujan para salir como un río subterraneo como el eco lejano de un valle apenas descubierto, como el escalador que ha llegado con fatiga hasta la cima de la montaña y desde allí, él solo, le grita al viento, a las nubes que lo rodean, toda su felicidad.
Niki baja los ojos, luego lo vuelve a mirar.
- ¿En qué estabas pensando?
Alessandro le sonríe.
- En nada. Perdona, pero estoy en mar abierto. Tú eres mi faro. No te apagues.
domingo, 9 de enero de 2011
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